Por cansancio. Por Pablo Luis Caballero
(Ensayos, opiniones, periodismo de investigación, ambientalista, fotógrafo, bloguero, aprendiz de artista.)
Y ella lo dejó hacer un buen rato, como si quisiera…, antes de reclamar porque no le gustaba.
Así no…, le había dicho con poca firmeza y cierta timidez, porque tenía interés en ver cómo seguía la cosa.
Pero él no la había escuchado y entusiasmado seguía en la suya. Emprendía con frenesí, la tarea para la cual esos jóvenes habían combinado encontrarse en esa siesta azul de abril, en un año lleno de emociones.
Ella quería hablar…, iba a exclamar…, le quería decir…, trató…, pero él no la escuchaba y continuaba empeñado en su intento, con esfuerzo, acumulando sudor y creciente cansancio.
Así, cuando terminó, el placard había quedado re-torcido, sin escuadra, no tenía cajones que se abrieran, las puertas corredizas se trababan y los estantes eran más chicos de lo necesario.
Señora, a cualquier placard le puede pasar eso, le dijo, pero ella ya estaba determinada a no pagar por tantos errores del otro.
Si él quería, podía llevarse el placard, pero tenía que pagarle los materiales por los que ella había puesto tanta plata. A él el placard no le servía, porque era a la medida de ese hueco en su departamento, y en otro lado no lo iban a querer. A ella eso no le importaba, ella quería un placard bien hecho y no iba a pagar para tener que cambiarlo.
Tanto el tono como la energía en las palabras iban incrementándose, en ambos. Hablaban más fuerte, casi como si fueran sordos. Ella no se iba a dejar convencer porque él le había dicho que sabía hacer placares.
A él nadie le había dicho que ella lo iba a querer perfecto. Si las puertas se trababan les podía pegar con el martillo para cerrarlas, y si no tenía martillo, le regalaba la maza.
Pero a ella esa solución, no le conformaba.
—-Señora a usted nada la conforma… le dijo, y fue cuando ella explotó.
—-Voy a llamar a la policía, decida si lo deja o se va.
—-No señora a la policía porqué…
—-Porque usted ya me está cansando con sus soluciones que no llevan a ninguna parte.
—-Eso no alcanza para ir preso.
—-Entonces la llamo por intento de violación.
—-Pero señora, yo soy un hombre casado, íntegro, no se imagine que la voy a violar.
—-Usted me está violando al violar mis derechos como ciudadana libre de elegir: no le quiero pagar por ese trabajo mal hecho.
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